FUNDAMENTOS FÍSICOS DE
ASTROLOGÍA NATURAL
Por José Luis Pascual Blázquez
Introducción. El movimiento armónico en el
Sistema Solar. Planetas, versus
osciladores. Onda astronómica inductora y onda climática inducida. Resonancia.
Planetas y clima. Algunos ejemplos.
Introducción
Entendemos por Astrología Natural, siguiendo a algunos
autores antiguos, como San Isidoro de Sevilla y otros, la que trata del estudio
del clima anual y sus efectos sobre los ecosistemas, seres vivos, etc. Esta
rama del conocimiento fue admitida por el ilustre autor de las Etimologías (a diferencia de
Hoy, en cambio, cualquier estudio que pretenda encontrar
relaciones entre la vida sobre
Una de las características de buena parte
Con esta aportación pretendemos ahondar en una vía de
trabajo que ya hemos emprendido hace tiempo diversos astrólogos españoles, y
pensamos puede enriquecernos tanto a los partidarios de
El movimiento
armónico en el Sistema Solar
Desde hace muchos años, nuestros bachilleres se
introducen en el estudio de los movimientos vibratorios a través del movimiento
armónico simple, el más sencillo de todos ellos. De este tipo de vaivén tenemos
numerosos ejemplos en los cielos, lo cual es de especial interés para
En una oscilación armónica simple, la partícula que vibra
se mueve entre dos extremos siguiendo una línea recta; la distancia del centro
a cualquiera de ellos es llamada amplitud. La partícula se para en esos
extremos para empezar a moverse en sentido contrario, de modo que su máxima
velocidad la tiene en el centro de la oscilación.
Los puntos de salida y puesta diarios de Sol siguen este
tipo de movimiento: nuestra estrella se detiene en los solsticios para invertir
el sentido de su avance, se acelera hacia el centro, alcanza su máxima
velocidad en los equinoccios y, a partir de ahí, se frena poco a poco hasta
detenerse nuevamente, etc. La duración del día y de la noche, el ciclo de la
declinación solar, etc. siguen estas pautas.
Ortos del Sol en el solsticio de verano (izquierda)
y de invierno (derecha);
en el centro, en los equinoccios de primavera y
otoño. Latitudes medias.
Del mismo modo, el ciclo solar anual sobre
Batido del Sol arriba y abajo del Ecuador terrestre,
con los
Trópicos de Cáncer y Capricornio como límites.
Duración del fotoperíodo en
Uno de los componentes de la onda astronómica
inductora.
Un movimiento pendular análogo, con sus aceleraciones y
detenciones, se observa en las posiciones de Venus y Mercurio como estrellas
matutinas o vespertinas: su máxima velocidad angular la tienen en la conjunción
con el Sol y, a partir de ese momento, se deceleran hasta detenerse en el
primer estacionamiento, comienzan a retrogradar, etc.
Movimiento geocéntrico real de los planetas.
Conviene fijarse en ello y estudiar las repercusiones que
puede tener sobre los sistemas terrestres. Los planetas no sólo son símbolos, o
arquetipos, sino sistemas materiales que podemos describir en términos de
Planetas, versus osciladores
Nuestros bachilleres deducen las ecuaciones del
movimiento armónico simple proyectando el giro de una partícula que se mueve a
velocidad constante sobre uno de los diámetros del círculo. Dicho de otro modo,
un cuerpo que gira alrededor de un centro se comporta como un oscilador, y las
ecuaciones que describen sus movimientos pueden expresarse en términos de una
vibración.
Los parámetros necesarios para describirlo son la
pulsación ω (velocidad angular),
Un planeta girando alrededor de
La coreografía planetaria está interpretando
continuamente una compleja melodía, difícil de descifrar, pero en absoluto
azarosa o caótica. El organismo terrestre y los sistemas en él contenidos,
seres vivos incluidos, están sometidos a esa melodía cósmica (inaudible puesto
que sus frecuencias no pertenecen a nuestro espectro auditivo), pero no por
ello inexistente. Los antiguos hablaron de
El factor ω (velocidad angular) es fundamental a la
hora de evaluar el influjo planetario con respecto a
Dado que el influjo planetario se produce por intercambio
de energía en la resonancia, y que frecuencia y energía están relacionadas, el
efecto de un planeta es función básicamente de ω.
Si las órbitas planetarias fuesen circulares y los
planetas se movieran sobre ellas con ω constante (como en los primeros
modelos matemáticos griegos del Sistema Solar de Eudoxo y Calipo), nos
hallaríamos ante casos de movimiento armónico simple. En tal supuesto, para un
oscilador de este tipo tenemos que su energía (E) es
E = 1/2 KA2, donde K=m ω2, A=
amplitud de la oscilación, o sea, radio de la órbita planetaria y m
su masa
y por tanto la energía varía
cuadráticamente con ω.
En el caso de un movimiento armónico simple la gráfica
energía-velocidad angular tiene la forma de una parábola. En cuando a la
relación entre frecuencia (f) y
energía tenemos que ω=2πf, y por tanto el tipo de función es similar,
y su representación gráfica igualmente.
Para el movimiento planetario real la relación entre E y
ω no es tan simple, dado que las órbitas son ligeramente elípticas, pero
sobre todo por la variabilidad de ω y la notable perturbación que, con
relación a
Desde el punto de vista cualitativo, a efectos de
comprender la naturaleza del influjo planetario, estas sencillas ecuaciones son
suficientemente ilustrativas. El aspecto cuantitativo forma parte de ese modelo
ondulatorio que reclamamos para el Sistema Solar, cuestión ésta mucho más
compleja.
Podemos entender ahora la clasificación planetaria de
En este cuadro, un planeta lento es un pulso de baja
energía (baja frecuencia), pero que se repite un día tras otro con el giro del
cielo desde aproximadamente un mismo punto, por tanto irá acumulando su energía
en los sistemas terrestres acoplados a él por resonancia. En cambio, una
planeta rápido efectúa cada día un pulso de mucha más energía (mayor
frecuencia), pero ésta no se acumulará, al ir variando su posición. El planeta
lento (masculino) no se manifiesta más que cuando el rápido (femenino) se une a
él por conjunción o aspecto. En el lenguaje de los antiguos le da su fuerza; el efecto es aún más
evidente cuando son dos los planetas lentos unidos por conjunción o aspecto, y
otro rápido se acerca a uno de ellos, culmina el aspecto y seguido se aproxima
al otro realizando el mismo hecho. En estos casos los efectos sobre los sistemas
terrestres son evidentes, como demuestra la observación; dicho de otro modo,
experiencia cotidiana, y de ello veremos ejemplos significativos.
Para dar cuenta de porqué esto es así disponemos de un
modelo matemático reciente,
Onda astronómica
inductora y onda climática inducida.
Se ha impuesto hoy en día, incluso en el lenguaje
coloquial, la idea de que las "estaciones" entran con los solsticios
y equinoccios a una hora exacta determinada, lo cual, de ser correcto, sólo lo
es acaso desde el punto de vista astronómico. Pero los períodos climáticos
(primavera, verano, otoño e invierno) no se ajustan estrictamente al movimiento
del Sol, sino que tienen una duración muy desigual según las zonas, a veces se
adelantan o retrasan, se prolongan en demasía, entremezclan, etc.
Gráfico de la declinación solar. Onda astronómica
inductora, de tipo senoidal.
En la literatura astrológica antigua se puede constatar
que muchos autores atribuyeron los ciclos climáticos, no sólo al movimiento del
Sol, sino también al de las estrellas (ortos y ocasos a lo largo del año). Por
ejemplo, los calores extremos del verano a la salida del Can, y de ahí viene
nuestra canícula. Pero algunos, como
Gémino (siglo I), ya se rebelaban contra esta falacia2. En la
actualidad, desgraciadamente, también hay astrólgos que persisten en la
confusión por falta de revisión de muchos de los dogmas que anquilosan las
viejas doctrinas3.
Llamamos onda astronómica inductora a la del ciclo de la
declinación solar. Es una función matemática relativamente sencilla de
describir y representar gráficamente, y la responsable principal del ciclo
climático de las estaciones a lo largo del año. Por contra, la onda inducida
por ésta en el sistema atmósfera-océanos-continentes se muestra mucho más
compleja, con saltos bruscos más o menos abruptos que revelan fenómenos de
acumulación y cuantificación. Podemos hacernos una idea de ella mediante
gráficas de presión, temperatura, velocidad del viento, grado de humedad, etc.
La onda astronómica inductora es sencilla, pero la
climática inducida, mucho más compleja.
Gráfico de presiones para un mes de febrero
(Tortosa).
Podemos concebir también la onda climática inducida siguiendo
las posiciones medias de los anticiclones y las borrascas y sus cambios a lo
largo del año, así como el ascenso y descenso de la circulación zonal de las
perturbaciones. En invierno, parejo al estacionamiento del Sol en el Trópico de
Capricornio, en el Hemisferio Norte los anticiclones se ubican sobre los
continentes (fríos respecto a las aguas de los mares), y las borrascas sobre
los océanos. En verano, con el estacionamiento del Sol sobre el Trópico de
Cáncer, los anticiclones se fijan sobre las aguas (frías respecto a las tierras
continentales) y las borrascas sobre los continentes. En este esquema, podemos
interpretar el otoño y la primavera (estaciones de mayor movilidad atmosférica)
como las permutaciones de las zonas de anclaje de anticiclones y borrascas (son
los períodos más lluviosos y ventosos del año).
Del mismo modo, con el acercamiento del Sol al Trópico de
Cáncer, el rosario de perturbaciones del Frente Polar y
Sin embargo, cada año, este baile atmosférico es
diferente. Siendo el ciclo astronómico inductor del Sol muy similar de un año a
otro (las únicas variaciones posibles son las de la energía irradiada por este
astro en relación al ciclo de las manchas solares), en el modelo
astrometeorológico tenemos que atribuir esta disparidad de los ciclos
climáticos anuales a la coreografía planetaria, muy variable con los años
solares.
Aunque la onda astronómica inductora sube y baja
gradualmente,
la climática inducida es mucho más irregular, con
ascensos y descensos más o menos abruptos.
Desde este punto de vista, los planetas se revelan como
poderosas palancas, capaces de grandes impactos sobre el movimiento de las
grandes células de la circulación atmosférica de
Descensos excepcionales del Jet Stream (línea B, 1982)
Para muchos, la debilidad de estos influjos planetarios
(pensamos ahora especialmente en el gravitatorio), los convierte en
despreciables. Pero vamos a ver que esto no es así, y que negar el efecto
planetario sobre el desarrollo de las rachas climáticas tiene su origen en una
aproximación superficial e insuficiente al problema, propio del reduccionismo
cientifista.
La cosmovisión astrológica clásica, por el contrario, no
parte de la separatividad y de la compartimentación de los sistemas para su
estudio (modelo mecanicista newtoniano); al contrario, nos enseña que la parte
está en el todo y el todo en la parte; nos habla de sintonía entre lo celeste y
lo terrestre, de integración y de unidad en la naturaleza, de interacción
permanente, de organización de la materia en un todo único mediante la energía
y la información, de universalidad de las leyes físicas...
Resonancia
La pregunta que ahora debemos hacernos es si este campo de influjos que es
el Zodíaco intercambia energía con los sistemas terrestres, y en particular con
la atmósfera y la hidrosfera. Dada la solidaridad existente entre las partes
del Sistema Solar, y que los aires y las aguas han evolucionado rodeados de ese
ambiente cíclico cósmico, lo esperable es que haya sincronismos y fenómenos de
resonancia entre ambas partes -mundo terrestre o inferior, y mundo celeste o
superior-, y lo mismo histéresis en mayor o menor grado (retraso en la respuesta
del oscilador inducido respecto de la señal del inductor), como se observa en
ese desfase entre las temperaturas máximas y mínimas anuales respecto de la
mayor y menor altura del Sol sobre el horizonte, de entre 30 y 40 días.
¿Son refractarios los sistemas terrestres a ese flujo de
energía que nos envuelve? En absoluto.
La hidrosfera terrestre, girando con el resto del planeta
desde su aparición, debió formar parte ya en un primer momento de esta danza
cósmica. El giro combinado de
El mismo razonamiento sirve para la atmósfera, organizada
en un complicado flujo de masas de aire frío y aire caliente que, al igual que
ocurre con las aguas marinas, no se mezclan entre sí, sino que se enrollan unas
en torno de otras. La interfase de separación
son los populares frentes de lluvia causantes del mal tiempo. El caldeamiento
diferencial del Sol sobre los distintos puntos de
Del mismo modo que
¿Y los planetas? ¿Ejercen sus impresiones sobre estos
medios lábiles al paso diario por los distintos lugares de
En el fenómeno de la resonancia, la intensidad no es lo
que determina que los sistemas oscilantes intercambien energía, sino la
frecuencia; si ésta es semejante se produce entonces la sintonía, y, con la
repetición múltiple, la acumulación de energía, capaz de llevar a efectos
inesperados. Un puente bien construido puede ser derribado por vientos de poca
intensidad: basta con que los pulsos de aire le lleguen a su misma frecuencia
de oscilación. La energía se irá acumulando una vez tras otra aumentando la
amplitud de la vibración y, si se sobrepasa la resistencia de los materiales,
cabe esperar la destrucción del puente.
Este mismo tipo de fenómeno justifica muchas de las
observaciones que, con tanta frecuencia, se dan en Astrología Natural. Pero, en
el caso de los sistemas terrestres, como son la hidrosfera y la atmósfera, para
que se dé la trasformación drástica (inicio, por ejemplo de las rachas
climáticas), es necesario que aquéllos alcancen el estado crítico. Dichos
sistemas tienen sus propios ciclos y ritmos, y podrían evolucionar solos en
ausencia de
Planetas y clima
La lógica científica actual nos permite prever
paralelismos entre los ciclos planetarios y las rachas climáticas, de modo que,
conociendo la marcha de unos, podremos conjeturar cómo se espera el desarrollo
de las otras. Si eso nos permite esperar
Prevenimos aquí contra las tergiversaciones que, con una
frecuencia poco deseable, pueden encontrarse en algunas obras de Meteorología y
Climatología cuando se abordan estos temas. Sería preferible un mayor rigor por
parte de sus autores, de modo que diesen argumentos bien construidos sobre
estos asuntos y, más allá de copiarse unos a otros sin ningún control,
consultaran las fuentes originales. Tal es el caso de la mofa que un texto tras
otro hacen de la supuesta predicción de Stoffler acerca de un supuesto diluvio
para febrero de 1524, causado por la reunión de los siete planetas clásicos en
Piscis para esa época. Stoffler sólo publicó unas efemérides que permitían
calcular el stellium, en ningún
momento un diluvio, ni siquiera lluvias fuertes5.
Es necesario por tanto poner manos a la obra, estudiar lo
que en esos libros venerables hay de útil y
ponerlo al día mediante una interpretación actualizada de los mismos, es
decir, desde el punto de vista de
Y por último, efectuar predicciones siguiendo los métodos
de
Algunos ejemplos
Caso nº 1. Los 7
planetas visibles en Acuario
5 febrero 1962 00:10 GMT Madrid
Posiblemente esta sea la figura celeste más notable del
siglo XX: el programa informático no recoge completo el apiñamiento tan
apretado de los 7 planetas clásicos. De hecho, en los días previos hubo un buen
revuelo periodístico en todo el mundo: corrió como la pólvora la noticia de que
unos astrólogos indios habían anunciado el fin del mundo en función de esta
excepcional figura. Predicciones similares se propagaron en su día por toda
Habitualmente este tipo de pronósticos resultan
totalmente errados, y cuando sucede el hecho excepcional nadie lo había
anunciado. Pero tal vez, más que erradas, debiéramos decir predicciones
desproporcionadas o fuera de lugar.
Veamos la información climática que disponemos para los
meses siguientes a este stellium en
Acuario. Naturalmente, no tenemos nada extraordinario en los días
inmediatamente siguientes, pero sí en meses sucesivos (inercia de los sistemas
terrestres resonantes con los ciclos planetarios). Aún así encontramos que el
Observatorio del Ebro registró el día 13 de febrero una racha de cierzo de
Fenómenos de acumulación en los meses siguientes debieron
tener relación con las trágicas inundaciones del Vallés los días 25 y 26 de
septiembre de 1962, que sólo fueron el inicio de un período de lluvias otoñales
excepcionales en Cataluña oriental que se prolongó hasta la década de los 707.
Las lluvias de estos días fueron de carácter torrencial en el Vallés oriental,
Baix Llobregat, Barcelonés y Maresme. Los barrancos y rieras se llevaron las
barracas de los inmigrantes, causando 296 muertos, 416 desaparecidos y 67
heridos.
El 25 de diciembre de 1962 Barcelona amaneció con una
nevada totalmente insólita para una ciudad bañada por el Mediterráneo,
acumulando un espesor de medio metro de nieve en 24 horas. Desde el punto de
vista climático es un hecho totalmente excepcional.
En enero de 1963
El invierno 1962-1963 fue el más frío en el Reino Unido
desde 1740, lo que da idea de la escala del fenómeno que estamos tratando8.
En Estados Unidos el período 1962-65 fueron los cuatro años más secos desde que
allí se dispone de registros pluviométricos, es decir, desde 17389.
¿Están ligados estos fenómenos al stellium de Acuario? Nosotros pensamos que sí, puesto que una
figura de este tipo domina el panorama cósmico durante un período largo, hasta
que la energía puesta en juego por ella se disipa y una nueva configuración
celeste con consecuencias distintas la sustituye. Así pues, figuras semejantes
a esta hay que tenerlas en cuenta al menos durante meses, matizando las
subordinadas con arreglo a la troncal.
A nuestro entender los planetas en Acuario se hallan tan
apelotonados en torno de la sicigia que no cabe discriminar el almuten de la
figura.Desde el punto de vista estrictamente astrológico la multiocupación de
Acuario resalta al regente del signo, Saturno. Este punto de vista explica que
nada más entrar el Sol en Libra (23 de septiembre) descargasen las trombas
responsables de las inundaciones mencionadas (días 25 y 26). Y lo mismo al
llegar el Sol a Capricornio por tránsito en la figura raíz (22 de diciembre);
la nevada de Barcelona se produjo entre el 24 y el 25.
Con este stellium
hay que relacionar la racha climática fría excepcional de ese invierno, así
como el inicio de la más severa sequía conocida en U.S.A., que duró hasta la
cuadratura siniestra Júpiter Saturno de 1965 (C1).
Caso nº 2. La trágica
riada del 57 en Valencia (13 y 14 de octubre de 1957)
8 octubre 1957 21:43 GMT Valencia
Los récords absolutos de intensidad de lluvia no se dan
en España, pero a veces se citan cifras de países exóticos que pueden producir
risa cuando se las compara con la de Jávea el 2 de octubre de 1957: 871 l/m2
en 24 horas cayeron allí entonces en esa conocida villa turística valenciana.
Si buscamos las figuras celestes correspondientes a este
récord y a la trágica riada del Turia de 1957, nos topamos con la reunión del
Sol, Marte y Júpiter en Libra.
En la luna llena, fase de la riada sobre la capital
valenciana, el ASC es Cáncer (casa de
El día 16 se produjo la conjunción exacta Marte-Júpiter.
Pero obsérvese que en la figura de la luna llena Mercurio avanza hacia el stellium de Libra, de modo que el mismo
día 13 alcanza la conjunción con Marte a las 18:51 y al día siguiente, el 14,
la hace con Júpiter a las 12:51 (este último aspecto es abertura de puertas).
Que un planeta inferior vaya de un superior a otro (el
tercer tipo de abertura de puertas, relacionado con lluvias) lo vemos en
múltiples casos (salvo en las rachas secas). Precisamente el día 14 se produjo
lo peor del desastre sobre la capital valenciana.
Caso nº 3. Los tres
planetas superiores en Virgo. Comienza la sequía de los 80
19 diciembre
1979 8:24 GMT Tortosa
12 junio 1980 20:39 GMT
Tortosa
Una de las sequías que azotaron
El invierno 1980-81 fue calificado como
"extraordinariamente seco", seguido de un alivio lluvioso en marzo
(en el Este peninsular, lluvias localmente intensas). El otoño de 1981 fue
probablemente en su conjunto el más seco de los últimos 200 años, y sólo a
finales de diciembre vinieron intensas lluvias.
En la figura del 19 de diciembre de 1979, los tres
planetas superiores, Marte, Júpiter y Saturno, se hallan en el signo de Virgo,
los dos primeros en conjunción, y ambos en cuadratura con Mercurio.
En la figura de la sicigia previa a la entrada del verano
astronómico los tres soberanos siguen en Virgo. La duración de su estancia allí
fue sin duda importante para los efectos observados, lo que se halla en
relación con la posición relativa de los mismos con respecto al Sol.
Caso nº 4. Stellium en Tauro (abril 2000). Abril
más lluvioso de los últimos 50 años.
20 marzo 2000 4:45 GMT
Tortosa
4 abril 2000 18:13 GMT
Tortosa
4 mayo 2000 4:13 GMT
Tortosa
El invierno de 1999-2000 fue uno de los más secos del
siglo en buena parte de España y, bien entrado marzo, las pérdidas en cosechas
de cereales de secano en zonas tempranas eran motivo de noticia diaria en la
información. Sin embargo, las perspectivas astrometeorológicas eran buenas.
En la víspera de la luna llena de marzo, el 19, el tiempo
comenzaba a cambiar. El mismo día 20 caían las primeras lluvias en Levante y
Castilla-La Mancha, el 21 en toda la mitad Oeste ibérica. El día 23 Marte
entraba en Tauro, dando su fuerza a los cronocratores: comenzaba a llover
también en el resto de
A partir de entonces bajó la circulación zonal de las
perturbaciones atlánticas, y las lluvias, las nevadas y los granizos menudearon
por la mayor parte de la geografía española, islas Canarias incluidas. Sólo
quedaron algunos rincones sin cubrir por las precipitaciones, sobre todo en el
SE. ibérico.
Abril del 2000 fue uno de esos meses meteorológicamente
anómalos, con lluvias frecuentes y abundantes. Muchos ríos y pantanos se
recuperaron de dos años de sequía, y sobre todo los campos y bosques, que
presentaban hasta entonces un panorama desalentador. En numerosos observatorios
fue el abril más lluvioso de los últimos 50 años. En Sevilla recogieron durante
este mes 116 l/m2; en Cádiz y en Madrid 104; 73 en Barcelona.
Se nos podrá decir que la acumulación de los planetas en
un signo zodiacal es un significador universal y que no en todas las partes del
mundo provocan el mismo régimen atmosférico. Cierto: en Etiopía siguieron con
su gravísima y prolongada sequía, y las poblaciones nómadas del Oeste de
Notas
1.- Demetrio Santos Santos. Astrología teórica. Ecuaciones fundamentales. Editorial Barath.
Madrid, 1985. Existe reedición, Zamora 2002.
2.- Gémino. Introducción
a los fenómenos. Introducción, traducción y notas de Esteban Calderón
Dorda. Editorial Gredos. Madrid, 1993. Ver en el Capítulo XVII.
3.- Tal es el caso, por ejemplo, de quienes se empecinan
en reemplazar el Zodíaco tropical por el sideral, en aras de "volver a la
tradición y a los orígenes" sin el menor espíritu crítico de revisión. Tal
"retorno a las fuentes" supondría un enorme paso atrás en el avance
del conocimiento, algo así como si los matemáticos renunciasen al cálculo
infinitesimal o al empleo de los números complejos, etc., una vez desarrollados
éstos.
4.- Ignacio Puig, S.J. ¿Qué es
5.- Ver en Astrología
en Italia: pasado y presente. Claudio Cannistrà. Congreso de Astrología
Barcelona 2002. Edición digital.
6.- Puede consultarse para ello nuestros trabajos Tratado de Astrometeorología y Planetas y clima. Ediciones de autor.
7.- Inocencio Font Tullot. Historia del clima de España. Cambio climático y sus causas.
Instituto Nacional de Meteorología. Madrid, 1988. Pág. 175.
8.- Ídem, pág. 142.
9.- Ídem nota anterior.
Bibliografía
Diversos autores. Física
II. edebé. Barcelona, 1999.
J. Fabregat, M. García, R. Sendra. Curso de Astronomía. Teoría y práctica.Valencia, 1993.
H. Karttunen, P. Kröger. H. Oja, M. Poutanen, K.J.
Donner. Fundamental Astronomy. Sringer.
Arthur
N. Strabler, Alan H. Strabler. Geografía física. Ediciones Omega, S.A.
Barcelona, 1989.
Lorenzo García de Pedraza. La predicción del tiempo en el Valle del Ebro. Instituto Nacional
de Meteorología. Madrid, 1985.