LA LUNA Y LAS ESTADÍSTICAS METEOROLÓGICAS

Nota: este artículo está incluido en nuestra obra

EL PRONÓSTICO DEL TIEMPO A LARGO PLAZO. Métodos tradicionales.

 Libro II: Tratado de Astrometeorología

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Hasta hace unos años, fue una creencia general el que había una relación entre la Luna y el tiempo, y en los ambientes rurales, todavía se sigue pensando de este modo; y esto, no sólo en los pueblos civilizados de occidente, sino en todo el mundo. En nuestros días aún son auténticos best-sellers por Navidad los lunarios como "El calendario zaragozano", "El calendario de Fray Ramón, el ermitaño de los Pirineos", el "Calendari dels pagesos" o el "Calendario y almanaque religioso, instructivo, cronológico, histórico, profético, astronómico y popular para las islas Baleares", batiburrillos de efemérides, ferias y mercados, juicios meteorológicos para todo el año y otros entretenimientos, que siguen contando con un público más fiel que creyente.

Roto el hilo de la Tradición, es difícil entender el predicamento que siguen contando estas publicaciones entre las gentes, así como la continuidad de unas creencias pese a la opinión científica negativa al respecto. ¿Es la inercia de siglos de fe astrológica, la fascinación que el asunto genera en las mentes o la intuición captada a duras penas de que la ligazón entre cielo y tierra es más sólida de lo que comúnmente se cree?

Son los propios meteorólogos quienes descartan a priori no sólo la influencia de los astros en el tiempo meteorológico, sino también particularmente la de la Luna. Del Sol, que también es un astro, nada suele decirse, siendo el factor principal del clima junto con la Tierra, que también es otro astro. Así, Günter D. Roth, en un magnífico tratado sobre Meteorología (Omega, Barcelona 1979) descarta de un plumazo cualquier posible influencia de la Luna sobre el tiempo atmosférico en estos términos:

Por otra parte, alrededor de toda la Tierra es visible la misma fase lunar durante la misma noche y la situación meteorológica no es de ninguna manera similar en todos los puntos de la Tierra.

Es ésta la opinión generalizada en el mundo científico... saltándose a la torera los trabajos irreprochables de otros colegas que ya hace años demostraron rigurosamente el vínculo existente entre la Luna y algunos fenómenos meteorológicos.

Son bastante conocidas, al menos en círculos astrológicos, las constataciones estadísticas sobre la Luna y la lluvia aparecidas en un artículo de Science en 1962, donde Bradley, Woodbury y Brier muestran un claro desvío de las precipitaciones respecto de las fases lunares, con máximos hacia mediados de la Luna nueva y de la Luna llena y mínimos en los cuartos, sobre todo tres días antes del inicio del ciclo solilunar. Ha sido Michel Gauquelin quien ha popularizado estos trabajos, así como otros que apuntan en la misma dirección, como el de los australianos E.E. Adderley y E.G. Bowen. Las observaciones australianas centran los máximos lluviosos en los días que siguen inmediatamente a las sicigias.

Correlación entre la lluvia y las fases lunares según Bradley, Woodbury y Brier (de Los relojes cósmicos, Michel Gauquelin, 1970).

El peso de la ciencia anglosajona ha favorecido el conocimiento de estos trabajos; otros más antiguos, más completos más documentados y cercanos a nosotros apenas han tenido repercusión alguna ni en el campo científico ni en el astrológico. Nos estamos refiriendo a los trabajos del Observatorio del Ebro, institución creada en 1905 por los jesuitas, y entre ellos el Padre Cirera, pionero en su día en el campo de la Astrofísica, quien ya por aquellas fechas y convencido de los estrechos vínculos que unían los fenómenos terrestres con el Sistema Solar, fundó esta institución para su estudio sistemático. Con este pensamiento se adelantó al resto de la comunidad científica internacional, logrando dar pasos trascendentales en el avance de la física solar, del magnetismo terrestre, etc.

Fue el Padre Luis Rodés quien estudió las relaciones entre la Luna y la Meteorología, y aunque demostró el efecto, no reviste la importancia suficiente para basar en él las predicciones meteorológicas; cosa esperable por lo demás, pues como hemos dicho, es el Sol -o mejor dicho, el sistema Sol-Tierra- el factor principal en la formación y determinación del clima. Pero el hecho subsiste, y es uno de los factores que pueden impulsarnos a estudiar e investigar la Astrometeorología confiados de que podemos encontrar en ella algo más que una quimera. Tal vez haya sido la debilidad del efecto constatado en las estadísticas lo que ha desanimado a los científicos en seguir por esta vía, descartándolo por su irrelevancia. Pero cedamos la palabra al Padre Puig, quien expone estos trabajos en su obra "¿Qué es la Física Cósmica?", de la popular Colección Austral, serie marrón.

* * *

Dificultad en relacionar la Luna con la lluvia

Entre los fenómenos terrestres que más se quieren relacionar con la Luna figura en primera línea el tiempo, o sea, el conjunto de fenómenos meteorológicos como lluvia, nubosidad, viento, presión y temperatura. Como el tiempo varía constantemente y la Luna se nos presenta también en continuas variaciones, esto debe ser sin duda una de las razones principales que, desde la más remota antigüedad, han movido al vulgo a relacionar el tiempo y sus variaciones con los cambios de la Luna. Comenzaremos por estudiar el influjo de la Luna sobre la lluvia, para luego fijar nuestra atención en los otros fenómenos variables del tiempo...

...Mas antes de entrar de lleno en dicho estudio hemos de formular una advertencia, y es que la mayoría de los astrónomos y meteorólogos consideran desprovista de fundamento la creencia tan fuertemente arraigada en el vulgo, que atribuye a nuestro satélite un influjo preponderante sobre los estados lluviosos. Los tales pueden cohonestar su escepticismo: primero, en los resultados inciertos en la mayoría de los trabajos realizados hasta el presente; segundo, en que siendo las mismas para todo el globo las fases y las variaciones de distancia de la Luna, el régimen de tiempo imperante en día determinado difiere grandemente de unos puntos a otros de nuestro planeta.

Sobre lo primero, desgraciadamente, hay que dar la razón a los astrónomos y meteorólogos, por la evidente deficiencia de la mayoría de los estudios emprendidos con objeto de dilucidar el problema. Sobre lo segundo, no parece deba dárseles así como así la razón, pues también el Sol es el mismo para todo el planeta, y sin embargo nadie pone en duda que sea el responsable último de las principales perturbaciones atmosféricas: es que los dos astros, Sol y Luna, con ser los mismos para toda la Tierra, envían sus rayos a un mismo tiempo con distinta inclinación, según los puntos del globo; ahora bien, provocada una perturbación atmosférica, puede experimentar las más variadas modificaciones por causas accidentales, como los relieves del suelo, la presencia de los lagos y mares, las corrientes aéreas preexistentes, la distribución de las temperaturas, etc.

Con todo, no cabe duda de que, tratándose de la Luna, ha de ser mucho más difícil que con el Sol poner de relieve su influjo, pues este astro sólo tiene como variables de importancia la declinación y el paso por el meridiano, mientras que en la Luna varían la declinación, la distancia y la separación angular respecto del Sol, regulador de las fases, y la hora de su paso por el meridiano local. Añádase a ello que todas estas variantes poseen períodos distintos, aunque de duración poco diferente en las tres primeras, lo cual hace que sus fases anden siempre muy desplazadas y que el estado de interferencia sea casi siempre continuo.

Examinemos ahora los tres períodos lunares, que a priori pueden influir en los cambios atmosféricos:

1º) De fase a fase o revolución sinódica, es el período en el cual, la Tierra y el Sol, se vuelven a encontrar en la misma posición respectiva; este período es de 29 días, 12 horas y 44 minutos.

2º) De perigeo a perigeo o mes anomalístico, o valor medio de los intervalos de tiempo que separan dos pasos consecutivos de la Luna en su distancia más corta a la Tierra; este período es de 27 días, 13 horas y 19 minutos.

3º) De nodo a nodo a revolución draconítica, o intervalo que separan dos pasos consecutivos de la Luna en su nodo ascendente dentro de la eclíptica; la duración de este período es de 27 días, 5 horas y 6 minutos.

Estos tres períodos, sujetos a fuertes perturbaciones, tienen como mínimo común múltiplo suficientemente aproximado, el período llamado de los Saros (18 años, 11 días y 8 horas), que equivale a 223 revoluciones sinódicas, 239 revoluciones anomalísticas y 242 revoluciones draconíticas. Pero ni siquiera al cabo del período de los Saros se repiten las mismas condiciones en la posición de la Luna con respecto a una posición determinada de la Tierra. Por aquí se entenderá la dificultad enorme que debe existir para precisar el influjo ejercido sobre el tiempo, y en particular sobre la lluvia, por cada variante lunar, por cuanto el efecto de una variante puede neutralizar el de otra, que a la sazón se halle en fase opuesta.

Los datos pluviométricos del Observatorio del Ebro en España, utilizados para la presente investigación, comprenden 250 ciclos lunares, duración tenida generalmente por suficiente para descubrir cualquier influjo de nuestro satélite sobre la lluvia, si lo hubiese, y para excluir el efecto debido a causas fortuitas. Las variantes principales en la Luna, tenidas en cuenta desde el punto de vista terrestre, son cuatro:

1º) Distancia de la Luna a la Tierra, que en cada lunación pasa por un mínimo, perigeo, y un máximo, apogeo.

2º) Distancia angular Luna-Sol, que determina su fase: nueva, creciente, llena, menguante.

3º) Declinación o ángulo con el plano del ecuador celeste y altura con relación al horizonte del observador.

4º) Paso por el meridiano local, u hora lunar.

Para valorar el carácter estadístico que nos ocupa no debe olvidarse nunca el cotejo de los resultados con el llamado factor de contingencia. En nuestro caso el factor de contingencia se determina escogiendo al azar grupos de fechas de mes, cuyo número corresponda aproximadamente al número de las que entran en juego alrededor de la variante, cuya influencia en el tiempo se pretende determinar, y proporcionan una base de comparación para distinguir la dispersión debida exclusivamente a causas fortuitas, de la que reconoce como causa el influjo de la Luna, si es que existe.

Pasemos ya a declarar los resultados obtenidos con los datos procedentes del Observatorio del Ebro, según los dio a conocer su extinto director, Padre Luis Rodés, S.J., en una de las mejores memorias que existen sobre la materia.

Las variaciones de la Luna y la lluvia

El efecto de la declinación es el que mejor han puesto de relieve las estadísticas del Observatorio del Ebro. Se observa un exceso de lluvia con declinación positiva, que para el decenio 1910-1919 alcanza el 27%, y para el decenio 1920-1929 llega a 13,5%, y para el período de 20 años el exceso de lluvia es del 20%. Este resultado refleja con suficiente evidencia un influjo real de nuestro satélite en la condensación y precipitación del vapor de agua en el seno de nuestra atmósfera, por basarse en las estadísticas de 7.300 días de observación, con 1.615 días de lluvia, y porque el exceso de un 20% durante la mitad del tiempo en que nuestro satélite ha tenido declinación Norte es muy superior al que puede esperarse del acaso.

Con declinación Norte, la estadística indica que llueve un 20% más que con declinación Sur en el Bajo Ebro.

Para comprobarlo, es decir, para determinar el factor de contingencia, basta dividir el período total de 20 años en dos grandes mitades, según la declinación Norte y Sur de la Luna, dividirlo en otras dos mitades equivalentes, pero con base arbitraria, cuales son los dos grupos de 14 días, del 1 al 14 y del 15 al 28 de cada mes; las sumas así obtenidas arrojan cantidades que sólo difieren en un 5%, o sea, 4 veces menor de lo que difieren las cantidades obtenidas con declinación positiva o negativa de la Luna.

Más marcada es la diferencia entre dos promedios cuando se comparan los valores correspondientes a posiciones extremas de nuestro satélite al Norte y al Sur del ecuador o lunisticios; el exceso de la lluvia caída durante los 247 lunisticios Norte alcanza un 43% respecto a la caída en igual número de lunisticios Sur.

Doble es la estadística preparada para correlacionar la distancia lunar y la lluvia; en una se han tomado grupos de 5 días centrados alrededor de las fechas del perigeo y apogeo, y en la otra, por separado, se ha extendido la investigación a 5 días antes y cinco días después de las fechas arriba mencionadas, con lo que se han obtenido dos grupos de 11 días para cada una de las mismas.

El resultado de la primera estadística, a base de grupos de 5 días, da un exceso de un 17% para el perigeo, respecto del apogeo. El resultado de la segunda estadística, a base de 11 días agrupados en torno del perigeo y del apogeo, da una cantidad de lluvia 23% superior en torno del perigeo con respecto de la lluvia caída en torno del apogeo.

Llueve más en los días próximos al perigeo (a) que en los del entorno del apogeo (b), entre un 17 a un 23%.

La dispersión máxima hallada en promedio de 6 grupos escogidos al azar da tan sólo 1,29 y 1,31%, mientras que la obtenida para un número mayor de fechas clasificadas según la distancia lunar es como queda dicho, de un 23%, o sea, 15 veces superior. La evidencia, pues, a favor de un influjo, si bien exiguo y en cada caso particular velado por el factor casualidad, de la distancia lunar y también de la declinación, en la cantidad de lluvia caída en el Observatorio del Ebro, resulta en conjunto de tal forma que no es posible dudar de su realidad (todos los subrayados son nuestros).

Averiguando que las dos variantes, declinación y distancia, actúan en el mismo sentido en la cantidad y frecuencia de la lluvia local, podíase ya prever que el efecto resultaría mucho más sensible si se agrupasen fechas en las que estas mismas variantes estuviesen acordes en fase.

El resultado fue completamente el previsto, con un total de lluvia igual a 733 mm en las 363 fechas alrededor del perigeo con declinación Norte y menos de la mitad, o sea, 345 mm tan sólo en el mismo número de fechas alrededor del apogeo con declinación Sur...

...Para el estudio en el que se valora el efecto de la hora lunar se han tomado no 20, como en los anteriores, sino 30 años de registros, que hacen cerca de 11.000 días con más de 9.000 horas lluviosas anotadas, según el ángulo horario de nuestro satélite. Se ha procurado una mayor acumulación de datos para este efecto, por entender que su influjo sobre la lluvia había de ser necesariamente mucho más débil y más expuesto, por consiguiente, a ser desfigurado por el efecto de causas fortuitas. La distribución de las horas, según la hora lunar, se parece mucho a la correspondiente a la hora solar, con un máximo principal entre 15 y 16 horas lunares y con un mínimo entre 6 y 7 lunares, siendo el exceso del máximo sobre el mínimo del 35%...

Las horas lluviosas arrojan un máximo entre las 3 y las 4 de la "tarde lunar", que supera en un 35% al mínimo.

...Para correlacionar la fase lunar con la lluvia se han comparado aisladamente los datos procedentes de los dos días que siguen a la fecha del novilunio con los dos que siguen a la fecha del plenilunio. Se han obtenido dos grupos de 643 y 714 mm, o sea, que durante el plenilunio cae en el Observatorio del Ebro un 11% más de lluvia que en el novilunio...

La Luna y las nubes

Para comprobar la relación existente entre las nubes y la Luna se han escogido 4 grupos de 1.235 fechas, integrados cada uno por los valores obtenidos en los 5 días centrados alrededor de la variante lunar respectiva (distancia Luna-Tierra, distancia angular Luna-Sol o fase, declinación y paso por el meridiano local u hora lunar). Además, los valores hallados a base de estas variantes se han cotejado con el llamado factor de contingencia...

...La mayor cantidad de nubes en el grupo de 1.235 fechas alrededor del plenilunio descuella en forma tal, que no es posible atribuirlo a la casualidad, pues el exceso hallado alcanza un 8%, cuando en los grupos de 1.200 fechas al azar, el exceso del promedio máximo sobre el promedio mínimo sólo es del 2%, o sea, 4 veces inferior...

...No deja de ser bien curioso que el influjo real de la Luna sobre las nubes de nuestra atmósfera sea precisamente opuesto al que le atribuye la creencia, muy extendida en el vulgo, de que más bien las rasga y disipa, y hasta existe el dicho popular de que la Luna se come las nubes...

La Luna con respecto al viento, la presión y la temperatura

En cuanto al viento, se advierte en el Observatorio del Ebro una extraordinaria disminución de su recorrido medio en las 1.235 fechas alrededor del plenilunio; su valor es hasta 8 veces superior a la desviación media de los 14 grupos integrados por un número equivalente de fechas, incluso la dispersión máxima en los promedios provenientes de 8 grupos de 1.200 fechas, a base del día del mes, junto con los otros 4 de 1.235 fechas a base del perigeo-apogeo y del cuarto creciente-cuarto menguante. Este resultado debe atribuirse a una acción real de la Luna, la cual en su fase llena tiende a estabilizar el equilibrio atmosférico y a disminuir la velocidad del viento. Este resultado concuerda con la mayor cantidad de nubes y de lluvia hallada alrededor de la misma fase.

En cuanto a la presión, ninguna conclusión permite deducir los promedios hallados respecto a la influencia que sobre la atmósfera ejercen la fase y la distancia lunar: la dispersión de los grupos a base lunar es inferior a la obtenida en los grupos de 1.200 fechas al azar, lo cual no excluye el que en otras regiones o en otras estadísticas pueda encontrarse.

En cambio, el paso de la Luna por el meridiano se refleja, al parecer, con bastante probabilidad en la distribución horaria de la presión barométrica. La amplitud de esta oscilación no llega a medio milímetro, y en la curva correspondiente parecen reflejarse bastante bien los dos pasos superior e inferior de la Luna por el meridiano local, con un corrimiento de fase de unas tres horas. También parece reflejarse un armónico de 3 horas de período, superpuesto al período principal.

En cuanto a la temperatura, puede preverse a priori que ninguna correlación debe ligarla con las variantes lunares... De hecho la dispersión hallada en el Observatorio del Ebro no llega a 4 décimas de grado (0,39° ) y es casi exactamente la misma en los grupos de fecha a base de la fase y de la distancia que en los grupos de base fortuita.

La Luna y los cambios de tiempo

...El vulgo cree firmemente que el tiempo cambia con la Luna. Y así es corriente el siguiente refrán: "Cambio de Luna, cambio de tiempo". Veamos ya qué fundamento tiene esta creencia en las estadísticas del Observatorio del Ebro... (las cuales) probarían más bien un influjo de la Luna opuesto al que le atribuye la opinión del vulgo, ya que el régimen de tiempo presenta variaciones de mayor amplitud dentro de una misma lunación alrededor de la fase llena, que no en el cambio de lunación, alrededor del novilunio; y este resultado es el mismo si se consideran aisladamente cada uno de los decenios 1910-1919 y 1920-1929.

Conclusiones deducidas de los registros del Observatorio del Ebro

Del análisis de las estadísticas del Observatorio del Ebro puede considerarse plenamente establecido el influjo de las tres variantes lunares, declinación, distancia y paso por el meridiano sobre la cantidad de lluvia: este influjo, si bien es real, alcanza poca intensidad, y lejos de manifestarse con la evidencia con que aparece el influjo solar, se presenta tan sólo como entre celajes y de una manera discontinua... el influjo preponderante es el de la declinación, y a éste sigue el de la distancia...

... Aparece igualmente cierto el influjo de la fase lunar en la cantidad de nubes y en el recorrido diario del viento, con mayor nubosidad y más calma atmosférica en las fechas alrededor de la Luna llena. El que la cantidad de lluvia sea también mayor, si bien es éste el resultado que arrojan las estadísticas del Observatorio del Ebro, no puede atribuirse con igual certeza a un efecto de la Luna, por ser la dispersión obtenida menor que la proveniente de un número de días escogidos al azar.

La creencia vulgar de que el tiempo cambia con la Luna no tiene fundamento alguno en la larga serie de observaciones a que se extienden las estadísticas del Observatorio del Ebro.

Esta demostración de la realidad del influjo lunar en el tiempo reviste excepcional interés desde el punto de vista teórico, no así desde el punto de vista práctico...

...No se crea que estos resultados provengan de ideas preconcebidas, favorables a un influjo real de la Luna sobre el tiempo, en un sentido determinado, antes al contrario. El Padre Rodés, como la inmensa mayoría de los astrónomos y meteorólogos, era escéptico en este particular antes de iniciar por su orden el estado estadístico que comentamos; confiaba más en llegar a una prueba definitiva de que la huella de la acción lunar no podía ponerse de relieve en las estadísticas meteorológicas, que en presentar argumento definitivo en favor de la tesis contraria, o sea, en pro de un influjo real; pero en el transcurso de la investigación tuvo que cambiar de parecer.

* * *

Los trabajos del Observatorio del Ebro no han sido la excepción en esta materia, y de hecho, antes de darlos a la luz, fueron cotejados con otros realizados en observatorios de diversas partes del mundo; veamos a este respecto los comentarios del Padre Puig:

Aun cuando los resultados obtenidos, al analizar las estadísticas del Observatorio del Ebro, no dejan lugar a duda sobre la realidad del efecto lunar, el Padre Luis Rodés, S.J., quiso comprobarlo con los datos provenientes de otros cuatro observatorios, a saber: Marseille, Paris, Potsdam y New York. La cantidad de lluvia resultó ser, en conjunto, 29% mayor en las fechas del perigeo con declinación positiva, lo que confirma los resultados del Ebro y afianza la tesis de la realidad del influjo lunar. Con todo, débese hacer resaltar:

1º) Que la amplitud de la oscilación en los datos del Observatorio del Ebro es muy superior a la registrada en las demás estaciones.

2º) Que la amplitud es prácticamente nula en París.

3º) Que el efecto es inverso, por lo que toca al número de días lluviosos, en París y en Potsdam...

...Cuando las estadísticas se extienden a un período de tiempo suficientemente largo, el que los resultados obtenidos sean diferentes, según las condiciones locales del punto de observación, nada prueba en contra de la realidad del influjo lunar, ya que igual heterogeneidad presenta el influjo del Sol, a pesar de ser de una intensidad mucho mayor.

* * *

En cuanto a las posibles causas a las que pueda atribuirse el efecto lunar sobre el tiempo, sigue diciendo el Padre Puig:

...El Padre Rodés, en su estudio sobre el influjo de la Luna en el tiempo, se pregunta cuál puede ser el proceso en virtud del cual la Luna favorece la formación de lluvia en nuestra atmósfera. A esto responde desde luego que no es fácil precisarlo; con todo, a su parecer no pueden entrar en juego otros factores que la radiación y la atracción; la radiación nocturna, que ionizando el aire, proporciona un aumento de núcleos y facilita, por lo mismo, la condensación del vapor de agua, y la atracción que, con la mayor intensidad de la marea, agita nuestra atmósfera en mayor escala y hace más probable el régimen de lluvia.

Tomando +15° como declinación lunar media en el primer grupo de fechas en torno del perigeo y -15° en el grupo opuesto en torno al apogeo, la intensidad de la radiación lunar tendrá un 58% de exceso en el grupo de fechas con declinación positiva.

La intensidad de la radiación es también modificada por el cambio de distancia. Si tomamos 370.000 km como distancia media de la Luna en los 11 días centrados alrededor del perigeo, y 397.000 durante otras tantas fechas en torno del apogeo, la intensidad de la radiación obtenida, que varía según la inversa del cuadrado de la distancia, será asimismo, por este motivo, un 15% más elevada en el primer período que en el segundo. Aun cuando este exceso de radiación, debido a las dos causas apuntadas, puede influir algo en la evolución del proceso lluvioso, no se le puede asignar, en sentir del Padre Rodés, un papel principal, ya que, en este caso, deberían diferir mucho más entre sí los valores obtenidos, al comparar las cantidades de lluvia alrededor de las fechas de Luna llena y Luna nueva.

El efecto marea, inversamente proporcional a la tercera potencia de la distancia, varía en un 23%, y consideramos muy probable se deba a él la acción diferencial de la Luna en la cantidad de lluvia no tanto considerando el efecto en sí mismo, sino en cuanto a que toda mayor variación de las fuerzas atractivas corresponde a un movimiento mayor en las masas de aire desplazadas para establecer el equilibrio, y todo movimiento en gran escala de masas de aire a diferente temperatura, cuales son las que se extienden sobre los mares y sobre los continentes, y también las que se hallan a diferentes niveles, favorece la condensación y precipitación del vapor de agua al poner en contacto y entremezclar corrientes de aire caliente con otras de aire frío.

Esta explicación, a juicio del Padre Rodés, viene corroborada además por el análisis de las gráficas del Observatorio del Ebro. Así, la que corresponde a la declinación, no sólo indica mayor cantidad de lluvia y mayor número de días lluviosos, sino que, además, presenta dos máximos bien definidos en las dos posiciones extremas de la Luna respecto del ecuador, como aparece más claramente cuando se yuxtaponen las dos curvas para formar una sola, que corresponde al curso de la declinación lunar. Nótese que, en esta forma, se ha tenido en cuenta el tiempo que permanece la Luna entre dos límites de una declinación determinada, factor del que podía prescindirse cuando se trataba solamente de comparar la lluvia caída con declinación positiva y negativa; aquí, en cambio, al pretender poner de relieve cómo la cantidad y frecuencia de lluvia crece con el valor absoluto de la declinación, era necesario comparar duraciones iguales.

Nota final

El trabajo original al que hace referencia el Padre Ignacio Puig (quien de algún modo popularizó el del Padre Luis Rodés) se publicó en Tortosa en 1937, en plena Guerra Civil. Memorias del Observatorio del Ebro Nº 7. ¿Influye la Luna en el tiempo? Estudio Estadístico, por Luis Rodés S.J. Existen ejemplares en las Librerías de Viejo y el lector interesado los puede localizar a través de www.iberlibro.com

Como cosa curiosa podemos decir que el año en que este trabajo vio la luz, el Padre Rodés, como director del Observatorio del Ebro en esa difícil etapa de la Historia Española, tuvo que negociar varias veces con los milicianos republicanos, quienes pretendían asaltar el Observatorio y confiscar todo lo que en él había, al estar regentado por jesuitas. Supo ser suficientemente hábil con ellos, aunque, pese a todo, la contienda interrumpió las actividades científicas, entre ellas, la toma de datos meteorológicos.

 

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